Corea del Norte sigue lanzando misiles y violando los derechos humanos

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Madrid. Mientras Corea del Norte siga disparando misiles, practicando la violación de los derechos humanos y realizando maniobras militares, bajo un estado de guerra permanente, el régimen de Kim Jong-un tendrá cada vez más dificultades para abrirse al exterior y recuperarse económicamente, sobre todo cuando aún perduran los síntomas de su grave penuria alimentaria que afecta a la mayoría de sus 24 millones de ciudadanos.

El régimen norcoreano sigue defendiendo que los recientes lanzamientos de misiles desde su costa suroriental es un “ejercicio de sus derechos soberanos y autónomos”, y acusa una vez más a EEUU de ser el principal “instigador de la tensión en la región”, pero Kim Jong-un no se da cuenta o no se quiere enterar que esta actitud provocativa aísla aún más a su régimen que sólo planea en seguir con sus maniobras militares que económicamente no se puede permitir.

La vieja historia de siempre con sus enemigos de siempre –Estados Unidos y Corea del Sur- no sólo cansa sino que deteriora aún más al régimen norcoreano que sigue empeñado en mostrar a su pueblo que la guerra en esta parte del mundo todavía no ha terminado y que el enemigo aún no ha sido derrotado.

Precisamente en estas maniobras (julio de 2014) –que tanto empeño ha puesto Pyongyang y mostró a todo el país- tuvo recientemente que suspenderlas cuando en unos de sus ejercicios de vuelo con aviones de combate soviético MiG-19, tres de sus aparatos se estrellaron en el presente año, lo que demuestra lo obsoleto de toda la infraestructura militar norcoreana.

Pero aún es más grave el poco entrenamiento de los pilotos norcoreanos por falta de combustible, lo que origina una serie de presuntos accidentes que siempre se ocultan a la opinión pública, según explican medios surcoreanos y otras fuentes occidentales, e incluso el líder Kim Jong-un en más de una ocasión se ha interesado por esta situación visitando las unidades de la Fuerza Aérea del país para elevar la moral de los pilotos tras los varios supuestos accidentes. Todo parece indicar que dispone de unos 400 de estos aparatos, la mitad de sus aviones de combate. Es decir, listos para invadir Corea del Sur o lanzar un ataque a Estados Unidos como viene insistiendo el régimen comunista desde hace tiempo.

No olvidemos que el MiG-19 soviético, que comenzó a fabricarse en 1953, fue el primer caza supersónico del mundo junto al F-100 estadounidense y el aparato, desarrollado por China bajo el nombre Shenyang J-6 y exportado en los años 50 y 60 a varios países, entre ellos Cuba, fue un avión de combate jugó un importante papel en la Guerra de Vietnam del lado del Norte comunista, pero, obviamente, en la actualidad está obsoleto.

La modernización de las Fuerzas Armadas norcoreanas no sería la máxima prioridad del régimen comunista si la situación económica del país no fuera la que es, pero es obvio que el Estado comunista siempre ha dado máxima importancia al gasto militar y a su programa nuclear, incluso en periodos de graves crisis de hambruna y más cuando la renta per cápita de Corea del Norte no llega a los 1.000 dólares y destina el 16 por ciento del PIB a las Fuerzas Armadas (1,2 millones de soldados).

Pero si resulta grave el despilfarro económico que hace Corea del Norte en los asuntos militares y nucleares, cuando todos le han extendido su mano para recibir ayuda y cambiar de política, Pyongyang sigue practicando una grave violación de los derechos humanos que reflejan el sufrimiento de todo el pueblo norcoreano.

Corea del Sur aprobó en julio un fondo de 2,15 millones de euros en ayuda humanitaria a Corea del Norte, y esta aportación es la primera que hace Seúl al régimen comunista desde 2010, lo que debería servir al mismo tiempo a Kim Jong-un para reflexionar más sobre lo que recibe de China por la venta de sus recursos minerales y no invertirlo en armamento militar ni en programas nucleares. No tiene sentido, dado que puede llegar –y llegará- que explote la sociedad norcoreana, harta de tanta miseria mientras sus dirigentes siguen insistiendo que el país sigue en “pie de guerra”.

A los pocos días de abandonar el presidente chino, Xi Jinping, Seúl, en julio pasado, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, pidió a la comunidad jurídica internacional «prestar más atención» a la grave situación de los derechos humanos en Corea del Norte, país que sigue protegido, al menos en esta materia por China en el Consejo de Seguridad de la ONU, pese a que Pekín está cansada de los problemas que Pyongyang proporciona al mundo por su política nuclear.

De momento, Corea del Norte se ha negado hasta ahora a abrir sus puertas a los expertos de Naciones Unidas encargados de evaluar la situación de los derechos humanos, que sistemáticamente son violados y cuyo régimen no sólo se siente orgulloso de los progresos realizados en material de derechos humanos sino que rebatió todas las acusaciones de la comunidad internacional sobre la continua violación de los derechos humanos en el país, alegando que todo es un montaje para derrocar a Kim Jong-un.

La Comisión de Investigación de la ONU sobre Corea del Norte presentó en marzo el informe sobre derechos humanos en el país comunista basado en los testimonios de 240 personas, entre ellos 80 supervivientes de campos de trabajo conocidos como «Kwanliso» (noroeste del país, cerca de la frontera con Rusia y China) y con capacidad para unos 50.000 prisioneros, aunque el informe de la ONU detalla que en la actualidad hay entre 80.000 y 120.000 presos políticos retenidos en cuatro grandes campos de trabajo.

Entre estos crímenes contra la humanidad documentados figuran el «exterminio, asesinato, esclavitud, desapariciones, ejecuciones sumarias, torturas, violencia sexual, abortos forzosos, privación de alimento, desplazamiento forzoso de poblaciones, y persecución por motivos políticos, religiosos o de género», según el documento, que Corea del Norte calificó el informe de la comisión de la ONU como «inventado» para favorecer los intereses de EEUU y criticó que haya sido redactado únicamente sobre testimonios.

En definitiva, mientras siga con su programa nuclear, la política de casta, violación de derechos humanos, culto a la personalidad o sin acudir a las negociaciones a seis bandas (China, Rusia, EEUU, Japón y las dos Coreas), suspendidas desde 2008, para la desnuclearización de Corea del Norte, el país irá retrocediendo hasta que el régimen caiga por su propio peso, pues cada vez hay más infiltraciones que vienen del exterior que serán difíciles de controlar y que contribuirán lentamente a que la sociedad norcoreana vaya perdiendo el miedo y sobre todo cuando hay dificultades para comer o adquirir medicinas.

Santiago Castillo, periodista, escritor, director de AsiaNortheast y experto en la zona

 

 

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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1 respuesta

  1. 29 octubre, 2014

    […] parece indicar que las advertencias chinas algo están haciendo en Corea del Norte, pues en los últimos meses el régimen de Kim Jong-un ha comenzado una serie de actividades […]

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